

Nuestra Historia
Las Palomas abrió en 1975 como un negocio hostelero fundado por Chano y Silita. La idea de construir una casa para este propósito surgió unos años antes, cuando la pareja emigró a Suiza en busca de una vida mejor. Su objetivo era crear un lugar donde la gente del pueblo pudiera reunirse y compartir anécdotas diarias, ofreciendo una buena cafetería, comida tradicional y alojamiento para turistas y trabajadores. Durante más de 40 años, trabajaron arduamente para establecer y mantener su negocio. En 2007, su hija Loli asumió la dirección para aliviar la carga de trabajo de sus padres, que ya tenían más de 70 años. Se realizaron remodelaciones en la cafetería, el restaurante y las habitaciones, con el objetivo de modernizar y mejorar la comodidad del lugar. Actualmente, la tercera generación se ha propuesto nuevos objetivos, manteniendo el vínculo con la tradición marinera y la emigración. Buscan que todos sus clientes y huéspedes se sientan como en casa y formen parte de la familia de Las Palomas.

Restaurante
Nuestra cafetería y restaurante dispone de varias opciones de cocina gallega.
Los ingredientes son frescos y los platos bien seleccionados con una amplia variedad.

Compromiso con el medio ambiente
Estamos comprometidos con el reciclaje de toda la basura en Las Palomas y el consumo consciente de agua.
Que dicen los clientes sobre nosotros
La pensión bien podría ser un hotel. La ubicación perfecta para moverte por la zona. Habitación amplia, limpia, cama cómoda. Las personas responsables del hotel nos hicieron sentir como en casa. Muy amables en todo momento. Y el desayuno y las comidas todo riquísimo y casero (tomamos unos chipirones que nos recomendó la hija de los dueños y estaban para chuparse los dedos). Volveremos.
Rocio
Me encantó el trato del personal,personas muy agradables y con un trato excepcional,tuvimos un problema en el viaje llegamos 2 horas tarde y sin ningún problema nos atendieron de maravilla y a las 00:00 nos daban de cenar y todo, nos marchamos muy muy contentas.
Fifi
Los dueños del restaurante y la pensión son muy amables y me dieron una cálida bienvenida. La habitación amplia, bonita, con un asiento de la ventanilla y buena luz de lamparas para leer. Todo muy limpio. La habitación tenía buena sistema de calefacción y el agua caliente de la ducha estuvo más que suficiente, un plus para una visita en diciembre. Muy recomendable. Sentí como en casa.
Daniel